ELas enfermedades degenerativas cerebrales afectan normalmente a las capacidades mentales, alterando progresivamente todo el conjunto de funciones intelectuales, sensoriales y de conducta necesarias para poder desarrollar una vida adaptada e independiente.
En el caso concreto de la enfermedad de Alzheimer, nos encontramos con un patrón característico de síntomas diagnosticados según DSM-IV-R, tales como alteración progresiva del recuerdo de los acontecimientos vividos día a día, así como aparición de sutiles problemas en capacidades como el razonamiento, el juicio, la planificación o la resolución de dificultades.
Este deterioro progresivo de las capacidades mentales que se produce en la enfermedad de Alzheimer, es completamente heterogéneo, pudiendo predominar en una persona los trastornos de lenguaje, mientras que en otra, pueden ser de mayor importancia los trastornos en la manipulación de objetos o en la visión.
Aunque no existen soluciones milagrosas si es cierto que se puede intentar que el paciente pueda llevar mejor su enfermedad. Para ello, en el momento del ingreso se determinan las capacidades afectadas y las preservadas, así como los grados de afectación o preservación relativos a cada capacidad mental. Además, se tiene muy en cuenta la definición del momento evolutivo de la enfermedad, puesto que las intervenciones terapéuticas dependen de las capacidades reales del paciente. Por tanto, ha de existir siempre una evaluación y una adaptación de las tareas en función de las capacidades cognitivas.
La exploración neuropsicológica permite establecer el estado mental del residente y determinar los planes terapéuticos adecuados. Pero al margen de los datos que se extraen de dicha evaluación, en ALBALAR residencia también se analizan los siguientes aspectos:
• Conocer las capacidades y la conducta del residente en su entorno familiar y social en general. Con ello, pretendemos determinar cuáles son sus capacidades funcionales reales del residente en las actividades de la vida diaria.
• Personalizar toda la evaluación cognitiva y funcional y relacionarse con el conocimiento de la historia de vida de los residentes. Eso nos permite conocer sus intereses y actitudes, así como las capacidades especialmente desarrolladas debido a su profesión, aficiones y entretenimientos.
• A lo largo del proceso de la enfermedad de Alzheimer y al igual que sucede en otros casos de lesiones cerebrales, pueden aparecer alteraciones psicológicas (ansiedad, depresión, delirios, etc.) y alteraciones del comportamiento (agresividad, deambulación, apatía, etc.). La existencia de alguna de estas alteraciones, puede generar un importante impacto en la vida del residente y en su grado de adaptabilidad familiar y social, afectando de manera directa a las posibilidades de intervención terapéutica cognitiva. La motivación, se constituye, por tanto, como un elemento a tener en cuenta en este contexto.