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Una estrategia para convertir y gestionar las ciudades –con poblaciones crecientes– en entornos más sostenibles y que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos es el empleo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), cuyo aprovechamiento viene de la mano de enfoques como el de smart city, que implementa herramientas, procesos, métodos y soluciones que permiten medir, evaluar y aumentar el rendimiento de los sistemas urbanos.
Sin embargo, la inclusión y consideración del punto de vista de las personas es fundamental para el progreso de los entornos en los que vivimos, y un componente clave para consolidar el modelo de innovación conformado por la cuádruple hélice: sociedad (personas), segmento productivo (empresas), sector público (Administración y órganos gubernamentales) y ámbito académico (organismos de investigación y educativos).
Esta visión individual o conjunta de las personas puede incorporarse de una forma indirecta como, por ejemplo, a partir de datos densos (thick data) y otras técnicas de investigación cualitativa que permiten tomar el pulso a los usuarios y conocer más sobre sus comportamientos, o bien de forma directa a través de estrategias de colaboración ciudadana como el placemaking (de forma literal, “construir lugares”). Este movimiento se fundamenta en un proceso colaborativo de los ciudadanos para recuperar y acercar más a las personas el espacio público, permitiendo de esta manera maximizar su valor compartido.
El placemaking se caracteriza principalmente por la labor de transformación de un espacio o lugar y por la involucración activa de los usuarios de ese entorno en dicho cambio, pero también por la percepción de bienestar y de “sentirse como en casa” en ese emplazamiento, y el propio hecho de estrechar vínculos entre los miembros de una comunidad. También se puede hablar de distintos tipos de placemaking según el alcance o finalidad de estas actuaciones. Así, es posible distinguir entre el placemaking “estratégico” que se marca como objetivo el impulso económico de una zona, otro de cariz más “creativo” que integra recursos artísticos en el espacio público o, incluso, uno “táctico” que se relaciona con intervenciones acotadas, rápidas y de reducida inversión para mejorar el entorno de convivencia.
Desde la disciplina del diseño y la innovación urbana se estima que al cambiar a una zona de residencia el doble de grande que la previa, hay un efecto sobre las personas de un aumento del 15% en diferentes indicadores socioeconómicos, tanto en positivo (ej. mejora del salario) como en negativo (ej. ser víctima de un delito). El placemaking pone su grano de arena en la línea de aplacar esas implicaciones negativas y potenciar el impacto positivo.
Una de las iniciativas más llamativas en el contexto del placemaking ha sido la autodenominada “república de los hipervecinos” en París, que ha fomentado actuaciones relacionadas con el entorno natural, el ámbito sanitario, la movilidad o la recuperación de espacios encaminados a transformar la naturaleza y funcionamiento de su distrito.
Better Block Foundation (en EE.UU.) se dedica a sensibilizar, equipar e impulsar a comunidades a reconfigurar y reactivar espacios, mediante proyectos integrales que ejecutan en un plazo de entre 3 y 4 meses. Entre otros servicios ofrecen un repositorio abierto y de acceso público con configuraciones y aspectos de montaje de recursos urbanos (bancos, sillas, mesas, kioscos, etc.) para favorecer este tipo de implantaciones de forma independiente, y opciones portables como “Better Block in a Box” en el que reutilizan contenedores marítimos (que llenan con este tipo de equipamiento) y que transportan a cualquier localización para tener la infraestructura necesaria a fin de dar cabida a algún tipo de evento social acotado en el tiempo.
En el contexto de la Comunitat Valenciana, se ha ido trabajando en la generación de soluciones técnicas innovadoras en el ámbito del hábitat sostenible y la construcción 4.0. Parte de estas actividades contemplan maximizar la involucración de los ciudadanos en los procesos vinculados a los entornos urbanos, para generar mapas de comprensión de los mismos (diagnóstico) y, posteriormente, generar propuestas de solución innovadoras y su validación desde el punto de vista de aceptabilidad, teniendo especialmente en cuenta los retos sociales y económicos asociados a colectivos desfavorecidos que demandan soluciones de mejora de la calidad de vida para las personas mayores y las personas con diversidad funcional.
Y si no solo tenemos en cuenta el modo en el que habitamos en nuestras ciudades, sino también en cómo nos desplazamos por ellas, una serie de nuevas tecnologías están ya dando pie a la generación de soluciones de movilidad conectadas, autónomas, sin emisiones y compartidas que van a propiciar la creación de formas de convivencia urbana innovadoras al servicio de las personas. Para la consecución de estos ecosistemas, la Comunitat Valenciana se ha estado dotando de un entorno moderno de investigación, integración y demostración para crear y probar la potencia y viabilidad de nuevas soluciones innovadoras, con implantación inmediata en nuestro territorio (valor de proximidad) y proyección global.
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